jueves, 7 de enero de 2010

Eclipce


Bueno, chikas,,, Les cuento que ayer me termine de leer "Eclipse" y es un libro emocionante,,,


De seguro la pelicula va a ser genial!!



Aqui les trancrivo la parte mas GENIAL del libro!!


(El beso entre bella y jacob...)



—¿Quieres besarme, Jacob?
Abrió los ojos a causa de la sorpresa, pero luego los entornó, suspicaz.
—Me tomas el pelo.
—Bésame, Jacob. Bésame y luego regresa.
Él vaciló entre las sombras mientras se debatía consigo mismo. Se volvió a medias
hacia el oeste, con el torso dándome ligeramente la espalda, aunque sus pies
continuaban plantados en el mismo sitio. Todavía mirando hacia lo lejos, dio un paso
inseguro en mi dirección, y después otro. Volvió el rostro para mirarme, lleno de dudas.
Le devolví la mirada. No tenía ni idea de cuál era la expresión de mi rostro.
Jacob vaciló sobre sus talones y después se tambaleó hacia delante, salvando la
distancia que había entre nosotros en tres grandes zancadas.
Sabía que se aprovecharía de la situación. Lo esperaba. Me quedé muy quieta, con
los puños cerrados a ambos costados, mientras él tomaba mi cabeza entre sus manos y
sus labios se encontraban con los míos con un entusiasmo rayano en la violencia.
Pude sentir su ira conforme su boca descubría mi resistencia pasiva. Movió una mano
hacia mi nuca, encerrando mi cabello desde las raíces en un puño retorcido. La otra mano
me aferró con rudeza el hombro, sacudiéndome y después arrastrándome hacia su
cuerpo. Su mano se deslizó por mi brazo, asiendo mi muñeca y poniendo mi brazo
alrededor de su cuello. Lo dejé allí, con la mano todavía encerrada en un puño, insegura
de cuan lejos estaba a dispuesta a llegar en mi desesperación por mantenerle vivo.
Durante todo este tiempo, sus labios, desconcertantemente suaves y cálidos, intentaban
forzar una respuesta en los míos.
Tan pronto como se aseguró de que no dejaría caer el brazo, me liberó la muñeca y
buscó el camino hacia mi cintura. Su mano ardiente se asentó en la parte más baja de mi
espalda y me aplastó contra su cuerpo, obligándome a arquearme contra él.
Sus labios liberaron los míos durante un momento, pero sabía que ni mucho menos
había terminado. Siguió la línea de mi mandíbula con la boca y después exploró toda la
extensión de mi cuello. Me soltó el pelo y buscó el otro brazo para colocarlo alrededor de
su cuello como había hecho con el primero.
Y entonces sus brazos se cerraron en torno a mi cintura y sus la bios encontraron mi
oreja.
—Puedes hacerlo mucho mejor, Bella —susurró hoscamente—. Te lo estás tomando
con mucha calma.
Me estremecí cuando sentí cómo sus dientes se aferraban al lóbulo de mi oreja.
—Eso está bien —cuchicheó—. Por una vez, suéltate, disfruta lo que sientes.
Eclipse
Stephenie Meyer
328
Sacudí la cabeza de modo mecánico hasta que una de sus manos se deslizó otra vez
por mi pelo y me detuvo.
Su voz se tornó acida.
—¿Estás segura de que quieres que regrese o lo que en realidad deseas es que
muera?
La ira me inundó como un fuerte calambre después de un golpe duro. Esto ya era
demasiado, no estaba jugando limpio.
Mis brazos estaban alrededor de su cuello, así que cogí dos puñados de pelo,
ignorando el dolor lacerante de mi mano derecha y luché por soltarme, intentando apartar
mi rostro del suyo.
Y Jacob me malinterpretó.
Era demasiado fuerte para darse cuenta de que mis manos querían causarle daño, de
que intentaba arrancarle el pelo desde la raíz. En vez de ira, creyó percibir pasión. Pensó
que al fin le correspondía.
Con un jadeo salvaje, volvió su boca contra la mía, con los dedos clavados
frenéticamente en la piel de mi cintura.
El ramalazo de ira desequilibró mi capacidad de autocontrol; su respuesta extática,
inesperada, me sobrepasó por completo. Si sólo hubiera sido cuestión de orgullo habría
sido capaz de resistirme, pero la profunda vulnerabilidad de su repentina alegría rompió
mi determinación, me desarmó. Mi mente se desconectó de mi cuerpo y le devolví el
beso. Contra toda razón, mis labios se movieron con los suyos de un modo extraño,
confuso, como jamás se habían movido antes, porque no tenía que ser cuidadosa con
Jacob y desde luego, él no lo estaba siendo conmigo. Mis dedos se afianzaron en su pelo,
pero ahora para acercarlo a mi.
Lo sentía por todas partes. La luz incisiva del sol había vuelto mis párpados rojos, y el
calor iba bien con el calor. Había ardor por doquier. No podía ver ni sentir nada que no
fuera Jacob.
La pequeñísima parte de mi cerebro que conservaba la cordura empezó a hacer
preguntas.
¿Por qué no detenía aquello? Peor aún, ¿por qué ni siquiera encontraba en mí misma
el deseo de detenerlo? ¿Qué significaba el que no quisiera que Jacob parara? ¿Por qué
mis manos, que colgaban de sus hombros, se deleitaban en lo amplios y fuertes que
eran? ¿Por qué no sentía sus manos lo bastante cerca a pesar de que me aplastaban
contra su cuerpo?
Las preguntas resultaban estúpidas, porque yo sabía la verdad: había estado
mintiéndome a mí misma.
Jacob tenía razón. Había tenido razón todo el tiempo. Era más que un amigo para mí.
Ése era el motivo porque el que me resultaba tan difícil decirle adiós, porque estaba
enamorada de él. También. Le amaba mucho más de lo que debía, pero a pesar de todo,
no lo suficiente. Estaba enamorada, pero no tanto como para cambiar las cosas, sólo lo
suficiente para hacernos aún más daño. Para hacerle mucho más daño del que ya le
había hecho con anterioridad.
Eclipse
Stephenie Meyer
329
No me preocupé por nada más que no fuera su dolor. Yo me merecía cualquier pena
que esto me causara. Esperaba además que fuera mucha. Esperaba sufrir de verdad.
En este momento, parecía como si nos hubiéramos convertido en una sola persona.
Su dolor siempre había sido y siempre sería el mío y también su alegría ahora era mi
alegría. Y sentía esa alegría, pero también que su felicidad era, de algún modo, dolor.
Casi tangible, quemaba mi piel como si fuera ácido, una lenta tortura.
Por un larguísimo segundo, que parecía no acabarse nunca, un camino totalmente
diferente se extendió ante los párpados de mis ojos colmados de lágrimas. Parecía que
estuviera mirando a través del filtro de los pensamientos de Jacob, vi con exactitud lo que
iba a abandonar, lo que este nuevo descubrimiento no me salvaría de perder. Pude ver a
Charlie y Renée mezclados en un extraño collage con Billy y Sam en La Push. Pude ver el
paso de los años y su significado, ya que el tiempo me hacía cambiar. Pude ver al enorme
lobo cobrizo que amaba, siempre alzándose protector cuando lo necesitaba. En el más
infinitesimal fragmento de ese segundo, vi las cabezas inclinadas de dos niños pequeños,
de pelo negro, huyendo de mí en el bosque que me era tan familiar. Cuando
desaparecieron, se llevaron el resto de la visión con ellos.
Y entonces, con absoluta nitidez, sentí cómo se escindía esa pequeña parte de mí a lo
largo de una fisura en mi corazón y se desprendía del todo.
Los labios de Jacob todavía estaban donde antes habían estado los míos. Abrí los
ojos y me estaba mirando, maravillado con cada detalle.
—Tengo que irme —susurró.
—No.
Sonrió, satisfecho por mi respuesta.
—No tardaré mucho —me prometió—, pero una cosa primero...
Se inclinó para besarme de nuevo y ya no había motivo para resistirse. ¿Qué sentido
tenía?
Esta vez fue diferente. Sus manos se deslizaron con suavidad por mi rostro y sus
labios cálidos fueron suaves, inesperadamente indecisos. Duró poco, y fue dulce, muy
dulce.
Sus brazos se cerraron a mi alrededor y me abrazó con seguridad mientras me
murmuraba al oído.
—Éste debería haber sido nuestro primer beso. Mejor tarde que nunca.

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